martes, 8 de marzo de 2011

Brasil II


Con orejas gachas, el morro contraído y el vacío entre mis extremidades me encontraba yo con mis patas traseras en una barca y las delanteras en un barco, entendiendo que no había ninguna relación conyugal entre ambos y pronosticando un futuro poco menos dramático para los próximos días.
 
Un sótano mercantil con cuatro hamacas y una tele, dónde hacía la estancia la tripulación. Un ruido ensordecedor, calor y una mano negándome el paso a los pisos superiores. Yo soy un perro miedoso, de los  que se esconde detrás de unas piernas humanas si uno de mi especie decide iniciar un conflicto violento conmigo, lo que me convierte por otro lado en un perro dócil y cariñoso, pero al verme abandonado por mis dos acompañantes en esas lamentables condiciones me armé de valor y vistiéndome de adrenalina pura salté hacía la libertad! La poca planificación en mi huída hizo olvidarme de la cuerda que me ataba a aquella situación infra-perruna. Así que mi arranque de valentía fue malinterpretado viéndome el barco entero colgado, ahorcándome y chapoteando con mis patitas en el agua y apodándome hasta el final mi viaje naval como “el cachorro suicida”, suerte de la rápida acción de Uno, que en un instante y saltando desde el piso superior haciendo caso omiso a las escaleras pudo cogerme y salvarme de tan fatídico destino.

Después de conseguir el liderazgo de la audiencia con mi rescate, superando a los chicos que se lanzaban al agua desde lo alto de la nave, y ser recubierto de abrazos y cariños ante mi cara de pánico, mis acompañantes retomaron la lucha iniciada por mí y consiguieron unas condiciones un poquito mas dignas alejándome del insoportable motor.

La embarcación de madera se dividía en tres pisos más la bodega. El sótano con la cocina, la estancia de la tripulación y montañas de mercancía. El primer piso repleto hasta el último rincón de hamacas que lo llenaban de colores y vida, una mesa estilo cantina para las comidas y los baños. Y el piso superior con una terraza y el bar donde sonaba a todas horas música disputándose el ranquin de decibelios con el motor.

Los primeros en saludarnos fueron una familia peruana que regresaba a casa después de visitar al hijo mayor en Manaus. La mare intrépida lectora engulló libro tras libro de nuestra particular biblioteca desde su cómoda hamaca acompañada de su hija Leyla y los dos menores se encargaron de entretener gran parte de nuestro viaje con un minucioso análisis-comparativo socio-económico-político-cultural y religioso a base de preguntar “En mi país…y en el vuestro?”.

Cuando la magnificencia del Amazonas y el río Madeira de orillas selváticas y puestas de sol rojizas dejó de ser novedoso para Uno y Tres empezó una inacabable rutina de dormir, comer, leer, dormir, comer, hablar, dormir, comer, escribir y abducidos por el vaivén del barco y la constancia sonora del motor entraron en un trance colectivo tan solo entrecortado por las breves paradas para cargar y descargar mercancías y gente. 

Y por fin tierra! Después de las pertinentes despedidas pisamos con nuestros pies mareados el nuevo destino, Porto Velho, ciudad pequeña, poco turística pero muy cuidada, con un parque verde de húmedo y reluciente césped! Allí Uno nos dejó en una linda plaza para llegar al aeropuerto, lugar donde debiera alquilar un coche para irnos a Rio, pero no hubo suerte, volvió con el mismo taxi que partió. Desanimado explicó que pedían tasas abusivas por realizar tan largo viaje lo que anulaba dicha opción.
Nos hallábamos en el lugar más recóndito del Amazonas sin saber qué hacer, pero afortunadamente hubo un Couch en Porto Velho que aceptó recibirnos, y en pocos minutos tras la llamada Luiz y su novia Michelle se presentaron en el lugar. Pareja de jóvenes y encantadores músicos lugareños de los que Tres afirmó que si madrileños fueran, seguro serían de Bicicrítica. 

Después de intercambiar unas palabras de bienvenida Luiz no dudó en prestarnos su piso durante nuestra estancia y Michelle invitó a Uno y Tres a una cena vegetariana en su mágica y colorida casita de duende. Allí, junto con su hermano y amigos visitantes, les pusieron al día sobre la Union do Vegetal, organización que descubrimos en Presidente Figueiredo, en pro de los aportes espirituales de la ayahuasca, y la variedad de plantas, raíces y sapos que nos brinda la pachamama sudamericana. La noche continuó entre conciertos de grupos de rock, partidas de billar, bailoteos, risas y cerveza. 

Por la mañana me regalaron un largo paseo por el parque del verde y reluciente césped, y unos antiguos trenes, vestigio de una antigua línea ferroviaria de transporte de caucho. Pero Uno y Tres debían decidir la dirección que tomaría el viaje, por suerte con la compañía y recomendaciones de Michelle y Luiz, entre amigos, pizza y cerveza sucia, con limón y sal, acabaron dibujando nuestro nuevo andar. Bolivia y los carnavales de Oruro pasarían a escribir el siguiente capítulo. Cena de cumpleaños de el hermano de Michelle entre excelente Vatapá (crema de gambas) y hermosa gente, tierna despedida de nuestros nuevos amigos.


Volvíamos a compartir camino con el sol, esta vez un taxi fue el encargado de llevarnos a Guajará-mirim, frontera con Bolivia. Una vez allí y después de sellar de nuevo los pasaportes y ver que no era recomendable cruzar ese mismo día hacía Bolivia, hizo aparición Michelle. Con una llamada estábamos alojados en casa de su madre. Pudimos comprobar que la expresión de tal palo tal astilla, tiene razón de ser, pues otra duendecilla nos abría las puertas de su mágica y colorida casita. Fugaz pero calurosa estancia que nos dio las fuerzas necesarias para emprender de nuevo el camino.

3 comentarios:

  1. Leyendo el blog y viendo las fotos me parece que estáis consiguiendo convertir vuestro viaje en un viaje nuestro también, lleno de detalles que nos enseñan de qué está hecha la vida por donde pasáis. Es impresionante que consigáis, con la escritura y la imagen, unir lo sensitivo y los hechos, la emoción y las imágenes.
    Gracias, Jùlia.
    Muchos besos.
    César

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  2. M'encata!!!!!
    Per quan el pròxim capítol?
    Un petonàs!!!
    Mireia

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  3. Dooooncs en breu... en mooooolt breu!! jeje.

    Un petonet dolcet i tendre Mireieta!!

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