sábado, 12 de marzo de 2011

Bolivia II


Imagen extraida de google (*)

La Paz, tremenda ciudad, el frío empezó a hacer mella en nuestros huesos, no debíamos perder tiempo. Agarramos un taxi que nos condujo por sus laberínticas calles. En la terminal halagos y caricias se sucedían mientras Tres buscaba un pasaje en el que me aceptaran. En la ciudad volvieron a sucederse las negaciones: perros no! Pero dado que los carnavales ya habían empezado, cientos de pequeñas furgo-taxi buscaban clientes sin cesar anunciando al más puro estilo mercadillo su destino. Un pasaje extra por mi asiento me dio el derecho de registrarme en el formulario de pasajeros.
Cuatro horas más tarde, Oruro hacía aparición envuelto en coloridos fuegos artificiales. Las calles bullían de gente. El alcohol corría por sus aceras. Debíamos unirnos a la fiesta, pero antes necesitábamos encontrar alojamiento. El problema, toda Bolivia y alrededores viene a ver el acontecimiento. Eso dejaba “sin piezas” todos los hostales de la ciudad.
El frio ya había calado hondo, las maletas empezaban a pesar más de la cuenta y Tres, incubando el que sería nuestro acompañante en adelante,  perdía la paciencia… necesitábamos un milagrito más, y sucedió! Unos mochileros que cruzamos nos dijeron que acababan de encontrar alojamiento barato y nos invitaron a acompañarles. El lugar era un salón de fiestas acomodado con decenas de colchonetas en el suelo para acoger a los menos afortunados. Les caí bien, no hubo problema.
Tres se auto medicaba mientras Uno empezaba su reportaje fotográfico carnavalero en el desfile, a una cuadra del hospicio. Al rato Uno vino a buscar a Tres con la cara llena de espuma, el espectáculo era increíble, y claro está, conmigo no contaban. Me ataron a una columna y se fueron de parranda. Las coloridas cofradías desfilaban en una gran avenida custodiada por grandes gradas, que a posteriori observaríamos que ponían asfalto sobre las vías del tren para esta celebración. Los lugareños, ninguno apto para agarrar un auto, invitaron a Uno y Tres a beber de sus mágicos brebajes. Mientras explicaban las diferencias entre cofradías y bailes. Unos representaban a los esclavos negros que dejaron los años del colonialismo, otros venían de colonias españolas que bailaban danzas con un mestizaje flamenco-vaquero y muchas otras de diferentes zonas mineras del estado. Los bailes muy pegadizos animaron a los dos tórtolos a comprarse unos coloridos sombreros de conejo, como si los pantalones cortos no fueran suficiente para delatar lo gringos que eran!

Imagen extraida de google (*)

Leche calienthólica , charlas, bucles espaciotemporales con alcohólicos lugareños y precaución, mucha precaución pues mucha gente nos avisó que en los carnavales hay mucho “valiente” que roba a los extranjeros. La noche terminaba en “El socavón” lugar donde se hallaban las más grandes graderías y puntuaban cada cofradía. Allí se reunían para despedir el primer día de carnaval en lo que llamaban “El Alba”, todos los grupos de músicos que acompañaban a las cofradías tocaban juntos hasta el amanecer.

Socavón
Imagen extraida de google (*)
 Los lugareños, curiosos, no cesaban de preguntar: americanos? Argentinos? Y en una de estas incursiones Uno detuvo su reportaje fotográfico con una pareja curiosa. En medio de la charla un chorro de espuma lo cegó por completo. Limpiose los ojos y buscó al responsable sin divisar sospechosos. Volvió a surgir un chorro de la nada volviendo a cegarlo. Pero esta vez, con la cara llena de espuma pensó que la situación era lo suficientemente cómica como para inmortalizarla, echó mano a su alforja izquierda y la cremallera se hallaba abierta, no estaba la cámara! Palpó la derecha y, abierta, tampoco resguardaba ni el monedero, ni la visa, ni los pasaportes! Furioso empezó a buscar indicios entre el público, alguien tenía que haber visto algo! Tres se percató del asunto y acudió para calmar la situación. No había nada que pudieran hacer en ese momento. Como los ánimos no estaban para seguir la fiesta, calma y cama, por la mañana encontraríamos más claras soluciones.
El sol despuntó y con él despuntó también el catarro incubado a base de frío, cansancio y alcohol. Tres estaba out así que Uno debería espabilarse solo en un día de trámites post-robo. Debían anular la tarjeta de crédito y nuestro celular no funcionaba como deseábamos. Necesitábamos sacar dinero con urgencia para llamar a España. Uno recorrió media ciudad, era domingo y los cajeros ya no disponían de cash. Tras horas de infame búsqueda, pues él también incubaba lo mismo que Tres y los simpáticos lugareños no cesaban de lanzarle globos de agua y espuma siguiendo su inoportuna tradición, lo encontró. Usó un teléfono cercano pero éste no comunicaba con el extranjero. Así pues aprovechó la cercanía del departamento donde se gestionaban las denuncias para poner la suya. El despacho fue fácilmente identificable, era un hervidero de extranjeros. Compartieron infortunios y observaron que la espuma era el método más usado para robar a los visitantes. Una amable compatriota ofreció su celular para llamar a España. La madre de Uno debía mover los hilos para anular la tarjeta aunque no fue necesario.
Era la una y la cola no avanzaba. Del despacho salió el responsable, se iba a almorzar! Sin ganas de mezclarse en el desfile, Uno se dirigió a un Cíber, allí conectó con el mundo y realizó una llamada al banco emisor. Una cosa menos. Salió del Cíber y volvió a la oficina de denuncias, en poco tiempo y tras hacer de intérprete a los extranjeros que allí se hallaban, pudo poner su denuncia, no sin antes comprar en una tienda cercana papel para poder imprimirla…
Era tarde y todos teníamos mucha hambre, Uno se apresuró a volver junto a Tres con comida, un par de hamburguesas serían el final de este dichoso día.



Parecía que los carnavales quedaban en segundo plano entre trámites y resfriados. Tres se sentía mal por no poder gozar de tan esperado acontecimiento, así que junto a Uno se armaron de fuerza y Frenadol y salimos a pasear. La tradición del tercer día de carnaval consistía en la pintoresca Diablada en la antesala del ya conocido “Socavón”. Diferentes cofradías vestidas con espectaculares disfraces daban vueltas en círculos durante media hora ante nuestras miradas encandiladas. Uno volvió a empezar su reportaje fotográfico, esta vez sin soltar la cámara, mientras Tres y yo nos deleitábamos con los tentempiés no aptos para diabéticos que nos iban ofreciendo diferentes vendedores ambulantes. Al poco se puso a llover y nos obligó a regresar. Los días fuertes de Carnaval son los dos primeros, Oruro se masifica durante estos de visitantes y curiosos. Los lugareños aprovechan para convertir sus casas y demás espacios en improvisados hospedajes. Siendo lunes, el nuestro, debía volver a su hacer cotidiano. El diáfano espacio que antes acogía huéspedes era ahora una elegante sala de fiestas con largas mesas de blancos manteles. Era hora de buscar otro sitio.

Los hospedajes, por suerte, volvían a tener “piezas” y después de unas vueltas, Tres consiguió negociar un precio ajustado, dado las fechas y mi presencia. Tranquilos ya con cama y una postergada ducha con agua caliente, pasamos dos repetitivos días de búsqueda de couch, a la espera de información de los contactos en La Paz y merecido descanso acompañados de la programación de TV3 y abundantes comilonas con pollo como live motive.
Debíamos seguir los trámites post-robo en La Paz así que nos despedimos de Oruro, con una sensación agridulce y con el recuerdo, en nuestras mentes, de una “aventura” más.

(*) Debido al robo de la cámara de Uno hemos recurrido a Google para ilustrar un poco la entrada. En adelante las imágenes las tomaremos con la cámara de Tres. Algo que lamentamos porque las fotos del carnaval no tenían precio...



1 comentario:

  1. ostres nen! quina putada...
    però bueno, com tu dius, això forma part de l'aventura i a partir d'ara aleeerta!!

    ResponderEliminar